La expedición libertadora

349 OFICIO DEL GENERAL SAN MARTIN AL VIRREY PEZUELA PROPONIENDOLE DEJAR A LA VOLUNTAD DEL PUEBLO LA TERMINACION DE LA GUERRA (192) Excmo. señor, Después de haber destruído las tropas de mi mando el 5 del corriente al poderoso ejército que envió V. E. a conquistar a Chile, y después de hallarse aniquilados los recursos de esa capital para oponer una resistencia feliz a las armas triunfantes de la patria, uarece prudente que Ja razón ocupe el lugar de las pasiones, y que la suerte de Jos pueblos llame exclusivamente la atención de los que los presiden. Por una fatalidad incomprensible ha sido Ja guerra desde el 25 de Mayo de 1810 el único término de las diferen– cias entre Jos españoles y los americanos que han reclamado sus derechos; se han cerrado los oídos a nuestros clamores por la paz, y se han olvidado con un espíritu tenaz los medios de arribar a una transacción racional. V. E. no ignora que Ja guerra es un azote desolador, que en el punto que ha subido en la América la lleva a su aniquilación, y que la fortuna de las armas ha inclinado ya la decisión en favor de las pretensiones de la parte meridional del nuevo mundo. V. E. ha podido descubrir también en el período de siete años que las Provincias Unidas y Chile sólo apetecen una constitución nberal y una libertad moderada; y que los habitantes del Virreynato de Li– ma, cuya sangre se ha hecho derramar contra sus hermanos, ten– gan parte en su destino polític9, y se eleven del abatimiento co– lonial a la dignidad de dos naciones colindantes. Ninguna de estas aspiraciones está por cierto en oposición con la amistad, con la protección, y con las relaciones de la metrópoli española; ninguna de esas pretensiones es un crimen; y por el con– trario ninguna de ellas deja de ser en el presente siglo el eco uni– forme de los ilustrados de Ja culta Europa. Querer contener con la bayoneta el torrente de la opinión universal de la América, es co– mo intentar la esclavitud de la naturaleza. Examine V. E. con im– parcialidad el resultado de los esfuerzos del gobierno español en tantos años, y sin detenerse en los triunfos efímeros de las armas del rey, descubrirá su impotencia contra el espíritu de la libertad.

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