La expedición libertadora

355 debo asegurarme. Tampoco me es posible dar otra t:ontestación particuiar a las mismas c::irtas, respecto a· que no estando en los antecedentes que motivan el que se curse el asunto en estos tér– minos, me es forzoso dirigirlas al expresado señor San Martín pa– ra que lo verifique, de conformidad con lo que acaso tenga antela– damente acordado. Yo debo asegurar a usted que por parte del go· bierno supremo de mi nación, no sólo hay Ja más decidida disposi– ción a que el canje se realice. sino que se anhela con los deseos más eficaces. Es un comprobante, el que a consecuencia de sus órdenes se remitió un parlamento a Lima con el designio de proponerlo y ajustarlo; éste fue puesto en un estrecho calabozo, y después de más de treinta días de tenerlo incomunicado, se le permitió regre– sar, sin darle contestación a las comunicaciones oficiales que había conducido. Los rasgos de humanidad que animan a mi gobierno, las consideraciones que siempre le han merecido las leyes de la gue– rra y la sensibilidad con que mira a los desgraciados que por tan dilatado tiempo sufren los rigores de la prisión de Casas-Matas, le hacen despreciar altamente aquellos insultantes procedimientos y mantenerse en la firme idea que le sugiere su civilización y benéfi– cos designios en obsequio de sus semejantes. En este concepto no debe quedar la más leve duda de que el canje será inmediatamente ajustado, para los individuos de todas clases que sean procedentes de los estados de las Provincias Unidas o Chile en cualquier tiempo y circunstancias en que se solicite, o intente concluir, bajo los tér– minos que están establecidos entre las demás naciones del mundo ilustrado. Con el fin que haya un testimonio que califique la sincé– ridad y buena fe de los asertos antecedentes, dejo dadas las órdenes oportunas al gobernador de Valparaíso para que entregue a la dis– posición de usted, al tiempo de su partida de aquel puerto; tres ca– pitanes de las tropas del rey, en lugar de otros tantos que usted ha conducido de igual clase. El teniente coronel que también ha veni– do, queda asimismo canjeado con el de Ja propia clase don Pedro Noriega que por la vía de Talcahuano se despachó con pliegos a Lima y fue entregado, según consta de documentos que tengo en mi poder, a disposición de un oficial de los de la dependencia de don Mariano Ossorio. Siendo uno de los encargos del señor Pezuela que se le permita a usted distribuir una suma de dinero que trae para auxilio de los prisioneros, queda al arbitrio de usted entregarla a quien guste y en los términos que encuentre más oportunos, con– tando con todas las providencias que estén a mis alcances, para que quede asegurada la inversión o distribución que quiera usted darle, en alivio de los citados prisioneros. Conceptúo que la comí-

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