La expedición libertadora

405 Acuérdese usted mi amigo cuantas veces le he escrito y comu· nicado no se ponga inmediato a los tiros de esos desnaturalizados! ¡Si realizan sus negras intenciones y casualmente no las evade us– ted, en qué conflictos no nos halla1iamos en estos momentos! La sóla idea nos aflige, como también los males que nos va a acarrear Ja invasión de tantOs otros bandalajes. Yo no creo que Artigas quiera envilecer más su nombre y ver recaer sobre sí la execración de este Estado en general por Ja admisión en sus tropas del inmoral José Miguel Carrera y facinerosos que le acompañan. Don Marcos Bal· caree tiene él mismo la culpa de haber sido presa ·ae los disidentes sin ser Brigadier en este Estado, ni menos aguardar contestación a su solicitud de incorporación a este ejército (que le ha sido ne– gada) se puso en marcha para acá, que a no haberle sucedido Ja des· gracia de prisionero, se encuentra en Mendoza con mi repulsa que le hubiera sido poco menos desagradable que lo sucedido. En mi anterior del correo pasado y dirigida a Buenos Aires decía a usted algo sobre esto, me temo esta correspondencia caiga en manos de los montoneros. Hasta ahora nada de Cochrane, por momentos espero grandes sucesos, a la fecha está decidida Ja suerte de la escuadra del Callao y de la que venía de Cádiz. Mil expresiones al amigo Luzuriaga, siéndolo de usted eternamente su O'Higgins. P. D.- Me es muy sensible la venida de Ureta y Rodríguez, son capaces de corrompernos la tropa y echarse a Jos campos, que se hallan tranquilos, a montoneros. (Una rúbrica) (233) Santiago, 13 de Noviembre de 1819. Señor don José de San Martín.

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