La expedición libertadora

432 Mucho celebro la venida de Lemus: no hay uno del ejército que no extrañe su falta; repito que él sólo hará realizable el papel. Al ver ciertas cosas y lo que usted me dice de su corresponden– cia privada, me desespero por hablarle. ¿Por qué se retira usted tan– to de sus buenos amigos? Nada importan los errores cuando hay me– dios honestos de enmendarlos; usted ha entrado en el camino de la gloria para colocar en ella a su patria, y es una debilidad detener la marcha por no atravesar unas espinas!!! Si usted acepta el proyecto de la compañía expedicionaria, la expedición se hace: aun dado el caso de que no destruyamos en la mar los mil quinientos hombres que se esperan de España para el Pacífico (que debe suceder), agregando a la escuadra las dos fraga– tas de guerra que están en Buenos Aires, no debemos embarazamos en continuarlo. Una masa de seis mil hombres bajo la dirección de usted, con seis mil fusiles de repuesto y la escuadra, en cualquier tiempo abren una brecha profunda en el Perú y pone en revolución todo el país. Piénselo y contésteme por extraordinario porque la cordillera apura. Es suyo como siempre invariable amigo, T. Guido. (246) Santiago de Chile, 22 de mayo de 1819. Señor don José de San Martín. Mi amigo querido: Después de haberse presentado al gobierno el proyecto de ha– bilitación del ejército expedicionario, manifestó Arcos a los demás socios que no podía convenir en lo mismo que había firmado por fal– ta de fondos para poner su tercera parte de los gastos primeros, que él se separó y en su lugar entró Solar con Peña y Sarratea, los cua– les pasaron al gobierno la nueva proposición que acompaño. Anoche se presentó a los amigos el proyecto y se nombró a Eche-

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