La expedición libertadora

459 Santiago de Chile, l~ de octubre de 1819. (264) Señor don José de San Martín. Mi venerado general: Cuando V. E . remitió al Coronel Guido la carta de La Torre e Iriarte que hacía referencia al compromiso del General La Serna y varios de sus jefes y oficiales con el obispo del Perú, etc., para que consultando con nosotros diésemos nuestro parecer sobre el mejor acierto, creí no podría encontrarse medio más oportuno que el mismo que proponía La Torre de ponerse en contacto con d referido; este arbitrio me persuadí fuese adoptado por V. E ., pero según he sabido después no ha tenido efecto. Después que una madura reflexión me ha hecho conocer :as grandes ventajas que podría originarse de la verificación del proyecto, y que es– t<:: paso nos relevaría de la grande efusión de sangre que es con– ~iguiente a la contrariedad de opiniones sostenidas por las ba– yonetas y siendo en mi concepto muy grato a la humanidad lle– gar al grado de libertad e independencia que nos propusimos por medios suaves, aunque sea con el sacrificio de uno de sus miembros, me creo en Ja obligación de cumplir con los deberes que mi constitución M.·. me impone, siendo el primero que se inmole en obsequio de estas justísimas causas. Si V. E encon– trase en el plan que le propongo probabilidad en su fácil ejecu– ción, yo tendría la gloria de emprenderlo aunque los efectos re– sultasen contra mí, y si V. E . no tuviese inconveniente, puede al mismo tiempo conferirme la comisión del anterior que quedó paralizada, que tal vez pudiera desempeñarla por la actual perma– nencia en Lima del general Serna. V. E. no ignora las rela– ciones de amistad que me unen a infinitos de los jefes y oficiale~ que componen el ejército del Perú y tropas pertenecientes al Virrey. Yo me lisonjeo de poder sacar a la luz clara del medio– día las opiniones amortiguadas de nuestros amigos, que tal vez las sofocan actualmente por un sistema ignorante y faccioso. Es tal el convencimiento en que me hallo de encontrar en ellos unos hombres convencidos de la legitimidad de nuestros derechos v de los que Ja pródiga naturaleza nos concedió, que abiertame~-