La expedición libertadora

472 pañoles a pesar de la conjuración y de la peste remiten fuerzas a Montevideo; ésto no es tampoco mera deducción; cartas de Francia, de Lisboa, de Inglaterra, del Janeiro y, últimamente, ele Estados Unidos, aseguran de un modo positivo la salida de tropas españolas para aquella plaza, por la suma dificultad de realizar de un golpe la grande expedición que jamás creí. En este caso ¿qué partido se toma? . . . He ahí otra cuestión que se ha debido decidir ocho meses ha. Saltando sobre todo } procurando la ocupación del Perú, único punto que por sus re– e;ursos nos pone a cubierto de los esfuerzos ulteriores de los es– pañoles, y única empresa que se escapa de nuestras manos por motivos que no quiero recordar ahora. Sobre todo la inacción ~erá la peor de todas las medidas, y un momento de resolución puede reparar los quebrantos del país. No deje usted de avisarme lo que ocurriese interesante en la campaña de Santa Fe; yo haré lo mismo si algo mereciese Ja pena de escribirse. En esta semana probablemente tendremos noticias de Cochrane. Si no se recibiesen principiará a temer se haya efectuado la reunión de los navíos. Mejórese usted y mande a su verdadero amigo, Tomás Guido. Santiago de Chile, 1? de diciembre de 1819. {271) Señor don José de San Martín. Mi amado amigo: Con la carta de usted de 28 de noviembre último, he recibido bajo su cubierta un pliego abierto de Buenos Aires con Jos pa– peles relativos a la logia del Perú que pedí al Gobierno como anuncié a usted anteriormente, pero me falta el esencialísmo documento del oficio de Pezuela al ministerio español incluyen-

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