La expedición libertadora

so Los medios que propone en la nota del 8 del mismo don José Miguel Carrera, y que se sirve acompañarme V. E., son irrealiza– bles; lo digo con dolor, mas cuando V. E. me distingue librando la consulta de este asunto tan importante, debo expresarme con toda franqueza. La cordillera se halla cerrada y de consiguiente no existe por Coquimbo el tránsito fácil que se anuncia: prueba de ello es que para mandar de San Juan algun propio, lo general es venir por el camino de Uspallata, porque en él se encuentra el abrigo de los casuchos; es el informe que he recibido de los mejores prácticos. Los boquetes que salen del río Claro son los más penetrables en tiempo de invierno; pero saliendo de ellos era preciso internarse en Talca ó Curicó, y para llegar á Coquimbo vencer la misma ca– ¡::,ital, proyecto impracticable aunque fuese con 2000 hombres. El costo de víveres y mulas en los conflictos del dia es irrealizable; el del calzado, tiendas de campaña y preparativos para el paso de la cordillera lo son igualmente. V. E. no dudará que estos esfuerzos parciales, aun en el caso que fuesen conseguibles, no harian más que originarnos gastos que debemos emplear en la expedición efectiva que se haga para la to– tal reconquista de aquel Estado. Aun quiero establecer otra hipótesis: Supongo dominado á Coquimbo y Guaseo: ¿podríamos mantenermos allí con 500 hom– bres? (pues los que se hallan á mis órdenes no pueden obrar en union de los chilenos, primero por su absoluta desnudez; y lo se– gundo, porque no seria prudente que se encargase á manos de don José Miguel Carrera). Aun en el caso de que fuesen mandados por un oficial de estas provincas ¿se persuade V. E. que obedecerian en el momento que pisasen aquel territorio? Con sentimiento mio le digo á V. E. que la generalidad de los chilenos preferirían ser mandados por los enemigos antes que por cualquier oficial de estas Provincias. En cuanto á las riquezas que dice poderse extraer del Guaseo, debo decir á V. E., que no obstante las inauditas violencias solo ha podido sacar de él 32,000 pesos; y aunque en dicho Guaseo ten– ga un tesoro en sus minerales, nada sirven, ínterin no se extraiga con el trabajo y la diligencia. En conclusión, Excmo. Señor, este país es tan pobre, que en el día es como Santiago del Estero. Mil y quinientos fusiles son los que se solicitan de V. E. para la tan sonada expedición. V. E., que calcula con detencion, puede persuadirse la falta que nos harían en las críticas circunstancias en que nos hallamos.

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