La expedición libertadora

57 queña fuerza ¿no podria el enemigo avanzar sobre Mendoza con el mayor número de la suya, batirnos acaso y doblar sobre Co– quimbo? Por otra parte: estas cajas están en situación de no poder dar un solo peso, y de consiguiente, la expedición em– plearía la fuerza para subsistir, resultando el disgusto del país. Mas especúlcnsc las consecuencias, y que ellas produjesen el principal objeto de la reconquista. En el concepto que el ene– migo, por una combinación fuera de cálculo, no obrase agresi– vamente, todo se reduciría á poseer un extremo de Chile, que aunque fecundo en riquezas minerales, no lo es tanto, (y aun puede decirse estéril, comparativamente con las demás provin– cias) en gente, ganados de toda especie, agricultura, fuego re– volucionario, etc. La explotación de las minas quedaria frustrada en el acto de obstruirse el comercio de la capital que las sos– tiene. E l concepto de nuestras armas desmerecería en el de los patriotas del Sur. Ellos demayarian al ver una pequeña division, quasi á ciento cincuenta leguas de Santiago, y dividida por es– carpadas é innumerables colinas que cruzan de mar á cordillera. Desde allí sería imposible protejer la dcsercion: ménos aun favo– recer los oprimidos, ni recibir de ellos auxilio alguno, pues no es creíble se comprometiesen en favor de una potencia inferior á la enemiga. Deberíamos, pues, abandonar aquel punto, ha– ciéndonos la burla nosotros mismos, o dejar esta fuerza aislada, la que, á más de faltarnos para la expedición general no podría combinarse con ella, por la localidad y la topografia de todo Chile. Respecto de los pueblos del Sur, es más impracticable el proyecto. Ellos forman el nervio de la poblacion. El enemigo lo conoce, y es imposible emprender con igual fuerza que á Coquimbo. Con todo, difiriendo absolutamente en la acertada resolucion de V. E., hago presente, que las tropas que pueden marchar están prontas de todo lo necesario (si exceptúo el dine– ro), designándose su número y jefe deba mandarlas. Aguar– do, pues, la superior dccision de V. E. para proceder inmediata– mente conforme á ella. Pero ya que el Gobierno exige mi dictámcn, lo expondré con la franqueza de un hombre que se sacrifica por las glorias de su patria. Fixcmos para ello principios demostrado~. Chile, por su excedente población proporcionalmente á las demás regiones de esta Améril;a; por la natural valentía, educa– cion y subordinacion de sus habitantes; por sus riquezas, fera– cidad é industria, y últimamente, por su situacion geográfica, es

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