La expedición libertadora

58 el pueblo capaz de fijar (regido con mano diestra) la suerte de la revolución. El es el fomento del marinage del Pacífico: cuasi podemos decir que le ha sido de nuestros ejércitos y de los del enemigo. En este concepto nada interesa mas que ocuparlo. Lograda esta grande empresa, el Perú será libre. Desde allí irán con mejor éxito las legiones de nuestros guerreros. Lima su– cumbirá faltándole los artículos de susbsistencia precisos. Para este logro, despleguemos de una vez nuestros recursos. Todo esfuerzo parcial es perdido decididamente. La toma de este país re– comendable debe prevenirse con toda probabilidad. Ella exige una fuerza imponente, que evitando la efusión de sangre, nos dé su completa posesion en el espacio de tres ó cuatro meses. De otro modo, el enemigo nos disputará el terreno palmo á palmo. Chile naturalmente es un castillo. La guerra puede hacerse intermi– nable, y entre tanto, variando el aspecto de la Europa, armas sólo que envíe la península, puede traernos consecuencias irre– parables. Por lo tanto, yo conceptuo, que para esta decisiva, es de necesidad indispensable pasar las cordilleras en octubre próxi– mo. A este fin debe V. E.: Primero: proveerse de doce á catorce mil pesos de pronto, para mantener nuestras relaciones secre– tas, minar la opinión de las tropas, y extraer todo el armamento posible. Segundo: con cuatro mil hombres, entre ellos setecien· tos de caballería, contando con que esta provincia puede poner con su actual guarnición dos mil hombres; de modo que, solo el resto se exige de la capital. Tercero: con tres mil fusiles de repuesto, ochocientos sables, cuatro piezas de cañon de batalla de á quatro, y sesenta mil pesos, de los cuales treinta mil puedo en tal lance exigir de los vecinos; pues no es regular ir a Chile sin numerario y empezar por exacciones, cuando se debe seguir un sistema en todo opuesto al de sus opresores. Y por último: deben zarpar oportunamente de esas playas, dos buques de toda consideracion y porte, armados de qüenta del Estado, y sujetos á órdenes del jefe del exército, los que cruzando las costas de Chile, contengan el escape de nuestros enemigos, y los apresen con s us grandes tesoros, que de lo contrario pueden sustraer Pro– moviendo sobre todo desde ahora estos preparativos, para que na– da falte en el momento preciso de la marcha, que yo por mi parte protesto activar cuanto alcancen mis recursos, hasta formar (si es de la aprobacion de V. E.) quadros completos de oficiales escogidos entre los emigrados, los que uniformados á nuestra táctica, serán utilísimos, y podrán fácilmente llenarlos en aquel

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