La Marina, 1780-1822

LA MARINA 107 se presente con pasaporte de la Junta Gubernativa que gobernó <fol. 86:) nó antes, exceptuando a los que lleven el firmado por mí". Que cotejado este oficio con la persona de Gamón, que no le fué recomendada al confesante para tenerlo a la vista, y lo que es más el tiempo de su estada allí e irse a un lugar del propio siste– ma mismo, no ser desconocido y sí de residencia en el puerto, ha creído el confesante no cometió exceso en darle el pasaporte, previos todos los requisitos que constan del certificado del Ad– ministrador de aquella Aduana que debidamente presentó y jura, y responde. Preguntado si existe en su poder el documento fianza que ha– ce Zubillaga, asegurando la persona de Gamón lo presente, dixo: Que nó, porque a la verdad le pareció por entonces innecesario con respecto de que creía el confesante a Zubillaga por un sujeto de crédito, según sabía de público sus proporciones y recomen– daciones; que este íué el motivo por donde no le exigió dicho documento, a que se agrega que tampoco tuvo entonces la menor sospecha contra Gamón, pues de otro modo le habría asegurado muy bien, y responde. Preguntado si este sujeto se embarcó sólo o con alguna otra persona perteneciente a su familia, dixo: que el embarque fué con su esposa y dos hijas mujeres, quedando en Payta huída una es– clavita suya que ignora el confesante su edad, y que dicho Gamón le recomendó al confesante que luego que pareciese se la remi– tiera a Guayaquil, con más unos reales que dos mozos en Piura le debían, para lo cual le dejó un Poder para esta cobranza con sus libranzas, encargándole también recogiera del poder de don José Córdova el documento de un solar que Gamón tiene en Pay– ta, y lo tuviese a la disposición de (fol. 86v) Gamón para quando lo pidiese. Que es cierto tomó estos documentos el confesante con el objeto de que si mientras se cobraban estos reales se exi– gían diez y siete onzas que su negro esclavo Nazario Ramos había tomado en el Paylebot Correo, dadas por don Manuel Quesada, y robadas después por los marineros, pues sin embargo de que don Manuel Quesada le había dicho al confesante a presencia del señor Comandante Militar la noche que fueron a ver a Cortines, que si acaso no parecían aquellas diez y siete onzas hasta el otro día se le pusiese en libertad al negro: con todo, como el negro se escondiese el día del embarque de su amo, que tal vez estaría a bordo, se le presentó al confesante la oportunidad de este dinero del amo para cubrir nó a don Manuel Quesada sino al Estado Pa– triótico, sin embargo de que el señor Comandante Militar el día

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