Fénix 32-33, 117-141

mismo año (1882) el honor de una traducción al español por Arturo de BaIlesteros Contin. Como la edición primera en italiano, esta traía una cuidadosa presentaciór! que incluía un retrato de don Miguel Grau al inicio del texto, y una carta geográfica del escenario'de la guerra a! final. Del texto de Basadre, parecería desprenderse que la edición de Caivano fue poste- rior a la de Mariano Felipe Paz-Sddán, 10 que sería inexacto. Es cierta la dureza de Caivano en contra de Prado y de Piérola, en especial contra este tíltimo, lo que algunos vinculan -aunque no hemos encontrado ningún respaldo documental de tal versión- a su anticlericalismo y a su militancia en Italia al lado de los carbonarios. De todos modos, difícilmente se puede aceptar los excesos de la narración de Caivano en contra de Piérola; tal vez en ellos pensaba don Jorge Basadre cuando menciona que "no tuvo, por desgracia, todas las condiciones para ser historiador". Para Raúl Porras Barrenechea, la obra de Caivano -a quien se le ha rendido horne- naje colocando su busto en la cuadra 10 de la Avenida Arequipa, en Lima- "repre- senta en la historia la primera voz generosa y leal para el Perú, llena de comprensión por su causa". Evidentemente la obra de Caivano debe ser filiada entre las obras perumbfilas escritas por extranjeros en tomo de la infausta guerra. Su posición llegó a despertar las críticas de algunos peruanos como el diputado Manuel Solo- guren (1885) que aseveró que Caivano había recibido de Lucianc B. Cisneros, entonces plenipotenciario en Italia, una cantidad de dinero para publicar su libro. "El Comercio" de Lima, protestó por tal agravio, y señalaba en su edición del 15 de abril de 1885: "Los antecedentes personales del señor Caivano, su cariño por nuestro país, la nobleza con la que siempre ha procedido, no podrán ser empañados por esta calumnia -una más de las que se propala en Europa contra el Perú- que rechazamos tajantemente. El señor Caivano merece toda nuestra consideración". Tan infundada acusación, escribir por dinero, sí es dable imaginar en la obra que editó en Valparaíso en 1883, el benedictino italiano, Spila de Subiaco que intentaba responder la versión del T. I de Caivano. En su obra "Chile en la Guerra del Pací- fico", este fraile que -como dice Basadre- "escribió como chileno" (después de todo había vivido once años en Chile), quiere probar -como dice Porras-- "evangéli- camente que el país invasor, dotado de una escuadra superior y de un equipo prusiano flamante, no estuvo preparado para la guerra y que sus efectivos eran inferiores a los del Perú" (Fuentes ~ i s t bv i ca sPeruanas, Lima, 1963, Instituto de Estudios Raúl Porras Barrenechea, ps. 336-337). Con anterioridad Caivano había publicado una obra de religión y filosofía, t3- tulada "Destinos Humanos". Lástima que La Historia d e Ea Guerra de América cuyo T.I., apareció entre nosotros en 1976 y e1 T. 11 al año siguiente como Biblioteca del Oficial NP 3, no incluyera ninguna orientación para el lector común, que pudiera ubicar el texto dentro del conjunto de las obras que se ocupan de la Guerra con Chile. Acucioso investigador, Guiliermo Ugarte Chamorro ubicó en el Archivo Nacional de Chile los originales manuscritos del Diario de la Campaña comenzada el dia 16 de Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.32-33, 1987

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