Fénix 48, 29-45

42 F énix . R evista de la B iblioteca N acional del P erú , N.48, 2020 La Biblioteca Nacional bajo la mirada del Amauta José Carlos Mariátegui (1925) publicó en la revista Mundial un texto titulado «La po- breza de la Biblioteca Nacional», en el que denunciaba el olvido en que se encontraba la institución, llegando a afirmar que por su miseria la biblioteca peruana en otro país no sería sino una «biblioteca de barrio», y añadía: «De la Biblioteca Nacional no se puede decir como de la Universidad, que vive anémica o atrasadamente. La Biblioteca Nacional no vive casi» En este mismo artículo, también muestra como una institución sin presupuesto a la biblioteca sanmarquina: «La Cenicienta del Presupuesto de la República que la condenan a estar manejada con ideas ancladas al pasado, y ser mucho menos moderna que la Biblioteca Universitaria». Entre estas denuncias sobre el estado de la institución, dice Mariátegui algo que nos interesa para este texto: «El catálogo es un proyecto eternamente frus- trado por la miseria crónica de su presupuesto» (1925, p.1). Las contundentes aseveraciones del Amauta cobran más sentido cuando se tiene en cuenta que es este el periodo del Oncenio de Augusto B. Leguía (1919-1930), caracterizado por grandes desembolsos de dinero para obras públicas. La desatención a la Biblioteca Nacional, excluida de los planes populistas de la Patria Nueva, es una materia que debe ser investigada. En el tiempo en que Mariátegui escribía estas líneas, se des- empeñaba como director interino de la Biblioteca Nacional don Carlos Alberto Romero, por viaje del entonces director (1818-1828) y connotado filósofo Alejan- dro Deustua, maestro de generaciones de intelectuales como Raúl Porras, Víctor Andrés Belaunde, Jorge Guillermo Leguía o Jorge Basadre (Paredes, 2019, p. 32) 9 . Carlos Alberto Romero: un erudito decimonónico Luego de haber sido director interino en 1914, ante la renuncia de Manuel Gon- zález Prada; en 1915, ante la renuncia de Luis Ulloa; en 1918, ante la muerte de González Prada, y entre 1924 y 1925, por el viaje de Alejandro Deustua; fue nombrado director en 1928, y lo fue hasta el incendio de 1943. Letrado forjado sobre la base del trabajo en los estantes, Lohmann (1971) decía que Carlos Alberto Romero era un erudito de aquellos polemistas del mundo de- cimonónico 1971, un hombre, podemos atrevernos a agregar, atado al pasado. Le decían el sordo Romero. Autodidacta, entró a trabajar como meritorio (voluntario sin paga) a la institución en la época de la postguerra. Durante el tiempo que trabajó, Romero vio pasar por sus manos la dirección de la biblioteca de manera interina en diversas oportunidades hasta su definitivo nombramiento como director en 1928. Fue además director de la Revista Histórica y obtuvo fama por las innumerables ediciones que hizo de cuanto manuscrito valioso pasara 9 La gestión de Deustua se caracterizó, en lo referente a la forma de registro de volúmenes, por continuar la catalogación emprendida por González Prada, elaborando más de doce mil de estas fichas catalográficas en el Salón Europa (Paredes, 2019, p. 37). Aportes para la historia de la catalogación en la Biblioteca Nacional del Perú

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx