Fénix 48, 29-45

43 F énix . R evista de la B iblioteca N acional del P erú , N.48, 2020 por sus manos. Publicó en el diario El Comercio , en El Tiempo , y, por supuesto, en la ya citada Revista Histórica . Además, llevó a la imprenta textos manuscritos prologados por él, como la memoria del virrey Avilés o los memoriales y cartas de Maynas, por solo mencionar algunas de su larga lista de publicaciones de fuentes (Leguía, 1942). Unido al pasado, como estaba, Romero fue reticente a los cambios en cuanto a la aceptación de una catalogación moderna. Es conocida su oposición a cualquier intento de catalogación que alterase el statu quo de la institución e hiciera cambiar el rumbo que, desde González Prada, cuando asumió la dirección en 1912, con ayuda suya como asesor del autor del «Discurso en el Politeama», había adquirido la Biblioteca Nacional como sistema. Es conocido el incidente de su molestia por la llegada de catalogadores enviados por el Gobierno en 1942, a los que incluso llegó a expulsar meses antes del incendio (Aguirre, 2016, p. 116). Asimismo, ha comentado Luis Alberto Sánchez que la oposición de Romero a la catalogación nacía de su interés por ser él «el “catálogo vivo” de la institución» (Sánchez, como se citó en Paredes, 2019, p. 37). Conclusiones Investigando los avatares que habían sufrido los intentos de catalogación antes del in- cendio de la Biblioteca Nacional, nos queda en claro que merece rescatarse el intento de catalogación propuesto por Manuel González de la Rosa, precursor en la labor de ordenamiento dentro de la institución. Asimismo, es necesario resaltar el rol de rompeaguas que cumplen en la historia de la institución el incendio de 1943 y la gestión de Jorge Basadre. Antes de este mo- mento, la gestión bibliotecaria en la institución, durante los periodos que han sido llamados de la Primera Biblioteca (1821-1881) y de la Segunda Biblioteca (1883-1943), se había caracterizado por el empirismo, la renuncia al cambio y la negativa a toda modernidad. Los catálogos existentes de estos periodos se reducían a listados de libros, los mismos que, ubicados por materias y tamaños en los estantes, mantenían el secreto de su ubicación reservada para todo aquel que fuera un bibliotecario experto en el particular ordenamiento de las colecciones. Finalmente, cabe preguntarse a manera de reflexión qué cambios nos impondrá la pandemia de la COVID-19. Solo el tiempo nos dirá si será un punto de inflexión en la historia de la institución y en su acercamiento al público usuario. Rubén Fernando Robles Chinchay / Stifs Edgar Paucca Suárez

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