La expedición libertadora

B6 de usted y mía. Lo de Córdoba concluyó felizmente con la total destrucción de Bulnes por el cuadro del segundo batallón de granaderos y algunas milicias de la ciudad y campaña que se le reunieron; hubieron dos descargas de los granaderos y huyó toda la monto– nera en dispersión, dejando las cinco piezas de artillería y casi todo el armamento que tenía. Con este motivo, va orden á Dupuy para que haga retirar la fuerza que usted mandaba con aquel objeto. Los granaderos quedarán en Córdoba hasta asegurar el orden. Veo con gusto que llegaron los cazadores de San Juan, sía deserción, y del mismo modo los escuadrones de granaderos con la fuerza de ciento ochenta y seis hombres. Las monturas porque usted está impaciente van ya en cami· no, con vestuarios y todo lo pedido. Con la pólvora que saldrá dentro de ocho días, irá también la imprenta que ahora me indica le sería necesaria, limitándola solo al servicio del ejército, para sus proclamas, partes, boleti– r.-es, etc., y no para uso de los doctores. Me parece muy bien la diversión que usted intenta hacer al <:nemigo por Coquimbo, pero cuide usted que sea de su confían· za el jefe que la mande, y con buenas instrucciones reservadas para su conducta política, . que siempre deberá ser de acuerdo con usted, etc., cte. Usted es quien ha de poner los jefes al número 8, dividido en batallones, como se lo dije anteriormente; escójalos usted, y ~víseme. Conde no me parece mal, y si Vidal no me hiciera aquí falta, no habría otro tan bueno; propóngale usted si quiere hacer esta campaña, como cosa sólo de usted, porque el infeliz ha ido $in ropa en razón de su pronta vuelta, y en circunstancias de estar tomando las unciones. Vaya muy enhorabuena fuera Rodríguez, supuesto que es tan elefante é ignorante; pero conviene que usted me lo diga de ofi– cio y si es posible con alguna clasificación, para que no venga á descansar y comer sueldo por premio de su ineptitud. Parece indudable la destrucción de Morillo. A lo de Guido contestaré por el correo venidero, como lo he ofrecido; no he querido resolverlo por mí solo. Nos hemos reído mucho de la nueva fábrica de clarines de hoja de lata; es menester llevar una factura de repuesto por su fragilidad, porque aquí no hay más que los dos que le remití á usted por el correo. Ya no es tiempo de considerar á Buines, y el capitán que usted le mandó con carta y propuesta, no ha debido dar paso

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