La expedición libertadora

161 mero, por su temperamento malsano, y segundo por lo distante del centro de donde salen los recursos y la multiplicación de sus costos y poca proporción de cuarteles. Tucumán, por el contrario, en término de dos meses puede formarse un campo de instrucción para cuatro mil hombres con el costo de mil qui– nientos pesos, prescindiendo de la mayor abundada de todo comestible, como de las mayores proporciones para los estable– c.imientos para maestranza, parque, armerías, etc.: por otra parte, el mismo Napoleón que mandase, no podría organizar un ejército cuando éste estuviese obrando activamente. Amigo mío: sepa usted que hasta ahora no se ha conocido en los fastos de Ja historia el que reclutas se formen soldados en un ejército de operaciones, es decir, cuando el número de los primeros es ex– cesivo al de los segundos; el soldado se fonna en los cuarteles ó campos de instrucción, y luego de ser tales marchan al ejér– cito: por lo tanto, y conociendo la imposibilidad de lo que usted me dice, soy de parecer de que nuestro ejército debe tomar una defensiva estricta en Jujuy para proteger la provincia de Salta: destacar las mejores tropas con buenos oficiales á ésa, organi– zar en ella cuerpos bien cimentados, promoviendo la insurrec– ción en el Perú y auxiliándola con algunas annas y municiones. En el supuesto de que así como se asegura, dicha insurrección es cierta, crea usted que el enemigo no pasa jamás de Jujuy: este punto estará suficientemente cubierto por 700 hombres: todo el resto baje á organizarse y en el entretanto lo hacen, de– berán hacerse las siguientes operaciones: Puede demostrarse geométricamente que si Chile existe en poder de los enemigos dos años más, no solamente hace la rui– na de estas provincias, sino que jamás se tomará; por otra parte, los esfuerzos que se hagan en el Perú serán nulos, pues será auxiliado con víveres y soldados ya formados, de los que cada invierno pueden desprenderse, de dos mil quinientos hom– bres, reemplazando esta baja con exceso y poniéndolos en esta– do de batirse para el verano siguiente, por la tranquilidad que disfrutan en invierno. Lima, con este apoyo, será siempre el azote de la libertad, y se sostendrá ó por lo menos formará de Chile la ciudadela de la tiranía (aun en el remoto caso de una re– volución) y perpetuando la guerra en nuestro suelo y hacién– dola cada día más desastrosa no nos quedará más arbitrio para continuarla, que recurrir á la de montonera y esto sería hacerla á nosotros mismos. Al cabo mi amigo, nosotros debemos pene– trarnos de este axioma: si la guerra continúa dos años más, no tenemos dinero con qué hacerla en orden, y faltando éste, la rui-

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