La expedición libertadora

162 na es segura; para evitarla, pensemos no en pequeño como has– ta aquí, y sí con elevación, y si así la perdemos será con honor. Yo no he visto en todo el curso de nuestra revolución más que esfuerzos parciales, excepto los emprendidos contra Monte– video, cuyos resultados demostraron lo que puede la resolución; háganse simultáneos y somos libres: para hacer esta demostra– mión es necesario que lo moleste y que yo escriba mucho (cosa que me incomoda bastante), pero todo Qebe darse por bien em– pleado para fin tan sagrado. A la demostración. Nuestras provincias (que se llaman bajas) se hallan en un es– tado de escasez de brazos que ya pocos podrán suministrar; las campañas están llenas de desertores, de los que no se sacará ningún partido, y sí el de introducir la anarquía en el momento que un hombre osado ó díscolo quíera ponerse á su frente; los ejemplos son demasiado recientes para que lo dudemos. En esta inteligencia y la de necesitar catorce mil hombres en fines de este año, para concluir la guerra enteramente, hago el presu– puesto. El mejor soldado de infantería que tenemos es el negro y el mulato; los de estas provincias no son aptos sino para caba– llería (quiero decir los blancos); por esta razón y la de la nece– sidad de formar un ejército en el pie y fuerza que he dicho, no hay más arbitrio que el de echar mano de los esclavos; por un cómputo prudencial, deben producir soldados útiles los siguientes: Buenos Aires y su jurisdicción . .. . . . . . . . . . 5.000 Cuyo, de que estoy bien enterado . . . . . . . . . . 1.190 Córdoba ................ " .. ... .. .. .. .. . . .. 2.600 Resto de provincias .. .. . . .. .. .. . .. .. . .. . . . 1.000 Total .. .. . .. .. .. .. .. 9.790 Nota.-En este número no se cuenta sobre dos mil seiscien– tos que tenemos en los cuerpos. ¿Y quién hace zapatos me dirá usted? Andemos con ojotas; más vale ésto que nos cuelguen, y peor que ésto perder el honor 21acional. ¿Y el pan, quien lo hace en Buenos Aires? Las muje– res; y sino comamos carne solamente. Amigo mío: si queremos salvamos, es preciso grandes sacrificios. Ya dejo expuesto que la infantería debe componerse de los esclavos y libertos, y aun la artillería; todos los demás solda– dos blancos de infantería, en el día deben llenar los regimientos de caballería. Usted dirá que esta es una resolución propia de un sargentón puramente despótica; tiene usted razón, pero si no la toman, los maturrangos nos darlln en la cabeza.

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