La expedición libertadora

193 Enrique Martínez, la Guardia de los Andes, compuesta de 100 hom– bres. Después de hora y media de combate se apoderó del puesto a bayonetazos; torr.ando 47 prisioneros, su armamento, municio. nes y algunos útiles. Consecuente a mis órdenes, esta División debía entrar el 8 en Santa Rosa, y ponerse en comunicación con la Vanguardia del Ejército, que en el mismo día debía caer sobre San Felipe, lo que se ejecutó sin una hora de diferencia. La noche del 7 los ene.. migas abandonaron sus posiciones en el Aconcagua y Curimón; de– jando municiones, armas y varios pertrechos, y recostándose sobre Chacabuco. En su consecuencia me resolví a marchar sobre ellos y la Capital con toda rapidez posible, y atacarlos en cualquier punto donde los encontrase, no obstante no haberme llegado aún la Ar– tillería de batalla. En la madrugada del 9 hice restablecer el puente del río Acon– cagua. Mandé al cuesta de Comandante Melián marchase con su es– cuadrón sobre la Chacabuco, y observase al enemigo. El ejército caminó en seguida; y fue a acampar en la boca de la Quebrada con la División del coronel Las Heras, que recibió órdenes de concu– rrir a este punto. Desde este momento las intenciones del enemigo se manifes. taron más claras. La posición que tomó sobre la cumbre, y la reso– lución con que parecía dispuesto a defenderla, hacían ver estaba decidido a sostenerse. Nuestras avanzadas se situaron a tiro de fu– sil de las del enemigo; y durante los días 10 y 11 se hicieron los re. conocimientos necesarios; se levantó un croquis de la posición y en su consecuencia estableció el dispositivo de ataque para la ma– drugada del siguiente día. V. E. hallará junto el Plano Topográfico del terreno, donde se manifiestan 1os movimientos que ejecutó el Ejército en esta jornada y las posiciones que tomó el enemigo. Al señor Brigadier Soler di el mando de la derecha, que con el Núm. 1 de Cazadores, Compa– ñías de Granaderos y Volteador del 7 y 8 al cargo del Teniente Co– ronel don Anacleto Martínez, Núm. 11, siete piezas, mi Escolta y el 4~ Escuadrón de Granaderos a caballo debía atacarlos en flan– co y envolverlos, mientras que el señor Brigadier O'Higgins, que encargué de la izquierda, los batía de frente con los batallones Núms. 7 y 8, los Escuadrones l~, 2~ y 3~. y dos piezas. El resultado de nues. tro primer movimiento fué, como debió serlo, el abandono que los enemigos hicieron de su posición sobre la cumbre. La rapidez de nuestra marcha no les dió tiempo de hacer venir las fuerzas que tenían en las casas de Chacabuco para disputarnos la subida.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx