La expedición libertadora

194 Este primer suceso era preciso completarlo. Su infanteria camina– ba a pie, tenía que atravesar en su retirada un llano de más de cua– tro leguas y aunque estaba sostenida por una buena columna de caballería, la experiencia nos había enseñado que un solo Escuadrón de Granaderos a caballo bastaría para arrollarla y hacerla pedazos. Nuestra posición era además de las más ventajosas. El General O'Higgins podía continuar su ataque de frente, mientras que el Bri– gadier Soler quedaba siempre en aptitud de envolverlos, si querían sostenerse antes de salir al llano. Al efecto hice marchar al Coronel Zapiola con Jos Escuadrones 1~. 2~ y 3~ para que cargase o entretu– viesen al menos ínterin llegaban los batailones Núms. 7 y 8, lo que sucedió exactamente, y el enemigo se vió obligado a tomar la posi– ción que manifiesta el Plano. El General Soler continuó su movi– miento por la derecha, que dirigió con tal acierto, combinación y conocimiento, que, a pesar de descolgarse por una cumbre la más áspera e impracticable, el enemigo no llegó a advertirlo, hasta ver– lo dominando su propia posición y amagándolo en flanco. La resistencia que aquí nos opuso fué vigorosa y tenaz. Se em– peñó desde luego un fuego horroroso y nos disputaron por más de una hora la victoria con el mayor tesón. Verdad es que en este pun– to se hallaban sobre 1.500 infantes escogidos, que era la flor de su Ejército, y que se veían sostenidos por un cuerpo de Caballería res– petable. Sin embargo, el momento decisivo se presentaba ya. El bravo Brigadier O'Higgins reúne los Batallones 7 y 8 al mando de sus Comandantes Cramer y Conde: forma columnas cerradas de ataque, y con el 7 a Ja cabeza carga a la bayoneta sobre la izquierda enemiga. El coronel Zapiola frente de los Escuadrones con sus co– mandantes Melián y Molina, rompe su derecha, todo fué un esfuer– zo instantáneo. El general Soler cayó al mismo tiempo sobre Ja altura que ~poyaba su posición. Esta formaba un mamelón en su extremo. El enemigo había destacado 200 hombres para defender– lo; mas el Comandante Alvarado llega con sus Cazadores, destaca dos compañías al mando del capitán Salvadores: que atacar la al– tura, arrollar a los enemigos y pasarlos a bayonetazos, fué obra de un instante. El oficial Zorrilla se distingue en esta acción. Entre tanto, los escuadrones mandados por sus intrépidos co– mandantes y oficiales, cargaban del modo más bravo y distinguido. Toda la Infantería enemiga quedó rota y deshecha; la carnicería fué terrible y Ja victoria completa y decisiva. Los esfuerzos posteriores se dirigieron sólo a perseguir al ene– migo, que en una horrosa dispersión corría por todas partes sin saber dónde guarecerse. El comandante Necochea, que con su 4~

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