La expedición libertadora

258 Hilarión de la Quintana: la caballería de la derecha al coronel D. Matías Zapiola, con sus escuadrones de Granaderos: y la de la izquier– da a la del coronel D. Ramón Freyre con los escuadrones de la es– colta del Excmo. Director de Chile y Jos Cazadores a caballo de los Andes. Notado por el enemigo nuestro primer movimiento, tomó la fuerte posición A. B., destacando al pequeño cerro aislado C. un batallón de Cazadores para sostener una batería de cuatro piezas que colocó en este punto a media falda. Esta disposición era muy bien entendida, pues aseguraba completamente su izquierda, y sus fuegos flanqueaban y barrían todo el frente de la posición. Nuestra línea fprmada en columnas cerradas y paralelas, se inclinaba sobre la derecha del enemigo, presentando un ataque oblicuo sobre este flanco que a la verdad tenía descubierto. La reserva cargada también a retaguardia sobre el mismo, estaba en aptitud de envolverlo, y sostener nuestra derecha. Una batería de ocho piezas de Chile man– dada por el comandante Blanco Cicerón se situó en la puntilla D., y otra, de cuatro por el comandante Plaza en E., desde donde princi– piaron a jugar con suceso, y a cañonear la posición enemiga. En es– ta disposión se descolgaron nuestras columnas del borde de la pe– queña colina que formaba nuestra posición para marchar a la carga y arma al brazo sobre la línea enemiga. Esta rompió entonces un fuego horrendo: pero esto no detenía la marcha. Su batería de flan– co en el cerrito C. nos hacía mucho daño. En el mismo instante un grueso trozo de caballería enemiga, situado en el intervalo C. B. se vino a la carga sobre los granaderos a caballo, que formados en co– lumnas por escuadrones, avanzaban siempre de frente. El escuadrón de la cabeza lo mandaba el comandante Escalada que verse ame– nazado del enemigo, e irse sobre él, sable en mano, fue obra de un instante. El comandante Medina sigue este mismo movimiento. Los enemigos vuelven caras a veinte pasos, y fueron perseguidos hasta el cerrito, de donde a su vez fueron rechazados los nuestros por el fuego horrible de la infantería y metralla enemiga. Los es– cuadrones se rehacen con prontitud, y dejando a su derecha el cerro, pasan persiguiendo a la caballería enemiga que se desplegaba sobre la Colina B.; aquí fue reforzada considerablemente, y rechaza a los escuadrones que vinieron a rehacerse sobre el coronel Zapiola, que sostenía con firmeza estos movimientos .Todos vuelven nuevamen– te a la carga, hasta que el enemigo fue por último deshecho en esta parte, y perseguido. Entre tanto, el fuego se acompañaba del modo más vivo y sangriento entre nuestra izquierda y la derecha enemiga. Esta la formaban sus mejores tropas, y no tardaron en venirnos igualmente a la carga formados en columna cerrada,

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