La expedición libertadora

259 y marchando sobre su derecha a la misma altura otra colum– na de caballería. El comandante Borgoño había remontado. ya la loma con ocho piezas de la artillería de Chile qu~ mandaba, y que destiné a nuestra izquierda con el objeto de enfilar la línea enemiga. El supo aprovechar este movimiento, e hizo un fuego a metralla tan rápido sobre sus columnas, que consiguió de– sordenar su caballería: a pesar de esto y de los esfuerzos de los co– mandantes Alvarado y Martínez que mostraron más que nunca su bravura, nuestra línea trepidó y vaciló un momento: los Infantes de la Patria no pudieron menos que retroceder también; más al mismo instante, dí orden al coronel Quintana para que con su reserva car– gase al enemigo: lo que ejecutó del modo más brillante :esta se com– ponía de los batallones 1~ de Chile, 3 de ídem, y 7 de los Andes al mando de sus comandantes Rivera, López y Conde. Esta carga y la del comandante Tonson del l~ de Coquimbo, <lió un nuevo impulso a nuestra línea: y toda volvió sobre los enemigos con más decisión que nunca. Los escuadrones de la escolta y Cazadores a caballo al mando del bravo coronel Freyre cargaron igualmente, y a su turno fueron cargados en ataques sucesivos. No es posible, señor Excmo., dar una idea de las acciones brillantes y distinguidas de este día, tanto de cuerpos enteros, como de jefes e individuos en particular. Pero sí puede decirse, que con dificultad se ha visto un ataque más bravo, más rápido, y más sostenido. También puede asegurarse que jamás se vió una resistencia más vigorosa, más firme, ni la más te– naz. La constancia de nuestros soldados, y sus heróicos es– fuerzos vencieron al fin, y la posición fue tomada, regándola en sangre, y arrojando de ella al enemigo a fuerza de bayonetazos. Este primer suceso parecía debía darnos por si solo la victoria: más no fue posible desordenar enteramente las columnas enemigas. Nues– tra caballería acuchillaba a su antojo los flancos y retaguardia de ellas; pero siempre marchando en masa llegaron hasta los callejo– nes de Espejo donde posesionados del Cerro F. se empeñó un nuevo combate que duró más de una hora, sostenido este por el número 3 de Arauco, Infantes de la Patria, y compañías de otros cuerpos que iban entrando sucesivamente. Por último los bravos batallones nú– mero 1~ de Coquimbo, y 11 que habían sostenido nuestra derecha los atacan del modo más decidido, cuyo arrojo puso a los enemigos en total dispersión. Los portesuelos y todas las principales salidas estaban ocupadas por nuestra caballería. Solo el general en jefe Ossorio escapó con unos doscientos hombres de caballería y es pro– bable no salve de los escuadrones y demás partidas que le persiguen. Todos sus generales se hallan prisioneros en nuestro poder. De este

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