La expedición libertadora

266 man las noticias que corrían en Valparaíso desde antes de la salida de la corbeta Ontarlo, que fue el 12, ella basta para convencernos que ha sido tal que la parte de nuestras tropas que se haya salvado no podrá llevar al cabo su empresa, sea cual fuere la pérdida del enemigo, porque este puede repararla, y aquella no, al menos con la presteza que su situación habrá de menester. De consiguiente nuestros cálculos ulteriores para las medidas que hayan de adoptarse, deben partir del prudente supuesto de no poderse contar con un solo hombre de aquella benemérita expedi– ción, y del 1.egurísimo concepto de que los enemigos, siempre acti– vos, atrevidos y emprendedores, no despreciarán momento para po¡ ner en ejecución cualesquiera planes agresivos, cuyo éxito favorable les facilitarían sus recientes ventajas.- Estos planes no son otros que apresurarse a mandar expediciones a estas dilatadas costas pa– ra introducir el desórden y la rebelión en los pueblos débiles, y pro– pagarla de unos en otros hasta lograr hacer sucumbir a esta misma capital: objeto de sus perpétuas miras e implacable furor; por cuan– to de su inagotable seno han salido desde el principio de la insu– rrección, y para todos los puntos contaminados, las disposiciones y medios contra los cuales tantas veces han escollado sus obstinados esfuerzos. Me consta bien que tales han sido sus aspiraciones en todos los tiempos, y tanto por las relaciones de la Ontaiio, como por los do– cumentos recibiaos en la Venganza, me hallo cerciorado de que se agitan actualmente con el más extraordinario empeño para realizar cuanto antes su favorito proyecto. Para prometerse un próspero suceso de sus tentativas, sé que cuentan (con mayor confianza de la que deberían) con algunos adictos a sus ideas, que ocultos existen en los pueblos más fieles, y los lisonjean con facilidades engañosas; y cuentan con mayor fundamento con la numerosa concurrencia de la pronta esclavatura que hay de Moquegua hasta aquí, deseosa de la libertad y del desórden con que la brindan, así como lo han prac– ticado en Buenos Aires para continuar su proyecto, que sin una determinación tan desesperada y antipolítica se hubiera concluido por inacción. 5é también por los mismos indudables conductos, que para realizar el proyecto han comprado a la compañía inglesa de la In– dia Oriental dos navíos susceptibles de más de 50 cañones, de los cuales estaba ya el uno en Valparaíso; y en seguida hechos dueños de la mar, mandar con mayor desahogo sus expediciones de desem– barco a los puertos de la costa, y hacer a todo salvo la piratería por los mares.

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