La expedición libertadora

283 (152) Buenos Aires, 2 de Julio de 1817. Mi muy querido amigo y compañero: Muy mala debe estar Ja cordillera, pues ya he despachado dos correos sin haber aun llegado los de ésa. Entretanto crece mi cuidado sobre Talcahuano con la falta de noticias y aunque el nú– mero y calidad de nuestras tropas me inspiran confianza, no pue– do alejar de mí el temor de una desgracia que frustraría nuestros mejores intentos. Si usted ve que se demora con exceso el término de aquella empresa, creo que debe usted hacer un esfuerzo yendo a concluirla personalmente, y llevando consigo y a la ligera dos o tres cientos granaderos más: Ja noticia de Ja presencia de usted y la de un refuerzo escogido aterraría al enemigo y aseguraría la victoria. Creo más, que este solo paso, seguido de una intimación imponente, lo obligaría a una capitulación y se concluiría la cam– paña sin perder un hombre más. Considero como indispensable que los enemigos entren por el último trance de entregar las ar– mas, siendo dueños de la mar y teniendo buques en que retirarse; pero si algún accidente favorable presenta este caso, evite usted cuanto sea posible su traslación a Lima. El ejército real del Perú continúa su retirada con mucha len– titud: a los 18 días de su salida de Jujuy, sólo había andado 14 leguas. La Madrid, después del golpe que <lió en Tarija, había engro– sado su división y se dirigía sobre Potosí por caminos extraviados. No dudo de que habrá conseguido su objeto de sor– prender aquella interesante plaza que estaba mal guarnecida, y que reunido a él Fernández, que lo esperaba, constará hoy su fuerza de más de 1500 hombres armados y de buenas tropas en l!\ mayor parte. Este poder a retaguardia del enemigo, es capaz de causar su disolución. Estamos en una noche obscura con respecto a Europa: ante– ayer entró un buque de Liverpool con tres meses de navegación y nada dice. Los portugueses no hacen movimiento alguno, ni hay tampoco noticias de Pernambuco. Madama Remedios sigue mejor y yo también encuentro algún alivio en mis dolores. Todos los amigos sin novedad. El país en perfecta quietud, y yo cada día más amigo de usted, como su íntimo. Juan Martín

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