La expedición libertadora

359 do de manifiesto desde el principo de Ja destructora revolución de Buenos Aires; contraste que habría sido aun más perceptible si el espíritu turbulento de muchos de estos prisioneros, no hubiese puesto obstáculo a los deseos que ha tenido el gobierno de dispen– sar a todos Ja absoluta libertad que disfrutan algunos pocos mo– derados entre ellos. Acaso variará esta perspectiva en la parte que esté en manos de usted mejorarla; y lo espero en fuerza de sus so– lemnes ofrecimientos. A los primeros que usted me hizo en su co– rrespondencia de 31 de octubre, le manifesté en contestación de 18 de diciembre mi pronto y gustoso allanamiento al cambio de prisio– neros; y a la devolución de estos confinados a quienes había puesto en libertad para que regresasen a sus hogares, luego que lo pudie– sen ejecutar sin perjuicio de los preparativos militares en que me hallaba entonces ocupado para la recuperación de ese reino. Esta correspondencia fue conducida por el comandante de la fragata inglesa de guerra Ampbion, el cual se manejó en su venida, man– sión y regreso de esta capital de una manera ciertamente, que me daba poca confianza contra Jo prohibido por su gobierno bien cla– ramente manifestado por sus decisiones estampadas en los papeles públicos. Vino posteriormente la corbeta de guerra Ontario de los Esta- dos Unidos Americanos; y habiéndome su comandante ratificado con la más viva expresión la generosidad de los sentimientos de usted, y de la positiva disposición, en que le dejaba, de remitir todos sus pri– sioneros en cambio de los de Chile y Buenos Aires existentes aquí, no balancee ya en mandarle éstos, y a él mismo le propuse, o que los llevase a su bordo o que diese convoy a una fragata, que fletaría para conducirlos. No se prestó a lo segundo, por lo que se dilataría su navegación. ni a lo primero por falta de capacidad en su buque, y sólo llevó cuatro oficiales que dijo poder transportar, y a don Félix D'Olhaberriague comisionado de este gobierno para concluir Ja negociación de canje establecida. La debo considerar ya terminada, mediante la nueva incita– tiva que me hace usted por su última precitada del 11 de abril, aunque la igualdad rigurosa de rango y clases a que usted su 1 jeta el cambio, dejará siempre mucha desigualdad entre mi ge– nerosidad que se prestaba a devolver todos por todos, cuando tenía yo aquí muchos más prisioneros que usted y la idea que se procuró inspirarme de la suya no obstante la propuesta está en el orden de la guerra y rectifico la que hice por mi carta que le condujo Blanco, y por instrucciones dadas a éste, a efecto de

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