La expedición libertadora

363 proximidad y el deseo de disrr.inuir los males de Ja presente gue– rra y aliviar la suerte de sus desventurados semejantes, para tra· tar de insuficiente y sin carácter el mensajero y dar por concluído el asunto que usted promovió y yo acepté con mucho gusto, y despedirle para su vuelta. Además de haber llevado firmas mías que acreditaban su misión, bastaba sólo el haber conducido cuatro oficiales de las tropas de Buenos Aires, cuyo cambio únicamente podría garantirse por la buena fe que usted tiene proclamada para que no se dudase de la mía, y se pagase tan mal mi generosa dis– posición en anticipar a todos Jos dichos prisioneros y confinados, sin hallarse en mi poder igual número de los del rey de ambas clases. Por esto, y porque haber hecho pasar la cordillera a los jefes y oficiales del ejército real tomados en la acción de Maipo a pie, abundando en ese país las caballerías y cuando aquella, por la estación, debía ofrecer un tránsito peligroso, y haber obligado después de cerrada, a salir de Santiago con el mismo objeto al coronel del Burgos, en iguales términos de molestia y desamparo y en circunstancias de hallarse manco y enfe1mo de gravedad, así como al jefe del estado mayor don Joaquín Primo de Rivera; luego que se tuvo noticia de Ja llegada del parlamentario Blanco a Valparaíso, que parecen otras tantas contradicciones con el éxi– to del convenio entablado, he suspendido la marcha de aquellos que, según tengo indicado, se hallaba ya en víspera de verificarse; al menos, semejante conducta acredita ciertamente que el canje por usted suscitado, no era conforme a Ja voluntad del que dejó mandando en Chile, puesto que alejó su ejecución, separando lo::. prisioneros del ejército del rey a distancias que lo hagan casi im– practicable, despidiendo a mi parlamentario por suponerlo sin credenciales, a pesar de Jos datos que Jo autorizaban, y amena· zándole más de una vez que sería acaso pasado por las armas, por atribuírsele sin fundamento siniestros objetos en su encargo. Tres capitanes heridos e incapaces de servir, y el de igual clase con el grado de teniente coronel don Pedro Noriega, enviado antes por usted de parlamentario, son los que han venido por el teniente coronel efectivo Quesada, y tres capitanes que llevó la Ontario; de que resulta que ni aun siquiera se ha cumplido Ja propuesta de rango por rango que usted hizo, por la diferencia que se observa entre el carácter del últin-.o de aquellos y primero de éstos. Ha llegado también el alférez de navío don Ramón García del Postigo, y aunque no estoy instruído del modo y términos en·

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