La expedición libertadora

401 Santiago, 22 de Julio de 1819. (229) Señor don José de San Martín. Mi amado amigo: Las dos apreciables de usted de 29 del pasado y el 6 del presen– te son conmigo. La primera no fue contestada a su debido tiempo por hallarme entonces en cama, atacado de reumatismo en la cara y cabeza, que últimamente se ha acompañado de unas almorranas no experimentadas por mi antes de ahora; afortunadamente, ambos males han calmado de algún modo, y me siento mejor. Sus enfer– medades me han tenido con mucho cuidado; me consuela el saber que ya podrá usted salir al campo a reponerse. Según puedo acordarme, creo que antes de partir usted para esa banda, le entregué para que remitiese a nuestro amigo Alvarez, un decreto u oficio en que se designaba el sueldo que debía gozar, y como para repetir igual orden es necesario tener una copia de él para no variar aquella resolución, o que aparezca alguna inconse– cuencia, por no acordarme los términos en que está concebido, puede usted mandarme copia de dicho oficio, si lo tiene en su po– der, e igualmente a fin de dirigirlo a Alvarez, pues es muy justo el a livio que demandan sus tareas. Por extraordinario he mandado al Lord Cochrane a fin de acor– dar el mejor medio de destrucción de Ja escuadra del Callao y de atacar los dos navíos y una fragata que vienen de Cádiz, contra cuya división nuestras fuerzas deben ser victoriosas. Los cohetes incendiarios, trabajados sobre un nuevo plan, creo serán infalibles en la ejecución; hay trabajados cerca de ciento cincuenta, que es la mitad de los que se necesitan, y se hubieran completado trescientos a no haber fallado las máquinas que vinieron de Londres, y actual– mente se han concluído las nuevamente trabajadas aquí; antes de dos semanas se habrán trabajado ciento cincuenta cohetes más. Los amigos devuelven sus expresiones, deseosos de verlo cuan– to antes por aquí; lo mismo que de esta su casa. Restablézcase su sa– lud, como lo ansía su verdadero amigo. Bernardo O'Higgins.

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