La expedición libertadora

416 Santiago de Chile, í8 de marzo de 1819. (239) Señor don José de San Martín. Mi dulce amigo: Más aliviado de mis dolores contesto a las de usted de S, 6 y 9 del corriente. No varío un punto mi opinión respecto a la necesidad de una prontísima transacción con los disidentes. Convengo con usted en que cualquiera que sea el resultado de la campaña que se ha abier– to contra ellos, será funesto a los intereses generales si deciden las armas cuando nos vemos amagados de la expedición española. Si usted y la comisión consiguen que ambos partidos se den la mano para defender la patria, será más glorioso que el triunfo de Chaca– buco y Maipú. Estos son los momentos en que es preciso sacrifi– carlo todo a la libertad de la tierra. Si de una parte está la razón y de otra la obcecación debe buscarse en el peligro el arbitrio de unir ambos extremos. Otra cuestión es aun más grave a mi modo de ver en Ja pre– sente crisis y merece particular atención de usted: el paso del ejér– cito de los Andes a Mendoza. Esta resolución ejecutada, prepara en mi opinión la ruina de la América. No es esto contradecirla sino que quiero desahogarme con un amigo a quien le debo tanta confianza. Con ello haré a usted las observaciones siguientes. La orden de nuestro gobierno para que repase el ejército, pa– rece que se funda:: 1? en la venida de la expedición de España; 2~ en la imposibilidad de practicar la expedición a Lima; 3~ en la se– guridad de este país por Ja existencia de la escuadra; 4~ en la des– trucción de sus enemigos exteriores, y So en la necesidad de remover los celos de los mal contentos por la existencia del ejército de los Andes en Chile. Vamos por partes. Nuestro gobierno cuenta para defender a Buenos Aires con el aumento de 4000 hombres del ejército de Jos Andes y con 1000 re– clutas de este Estado. Yo quiero suponer contra toda posibilidad· que no deserte un hombre solo y que se reunan a tiempo los reclu– tas pedidos, de suerte que usted tenga en abril 5000 hombres de Chile. Usted sabrá calcular si esta suposición es arbitraria cuando