La expedición libertadora

424 Aires, para contestar la de usted de 19 del corriente que me entregó anoche Sarratea. Con razón le disgusta el movimiento de los indios. Según el cuerpo que esto va tomando, yo creo perdida muy pronto la provin– cia de Concepción, si no se manda a Freyre alguna tropa de caba– llería. Lea usted la adjunta copia y verá el estado de la frontera el 10 del corriente. Excelente pensamiento sería el que se cambiasen cuerpos chi– lenos por los de nuestro ejército, pero a excepción de los batallones de Chile existentes en el Sur, no hay uno sólo con qué hacer este cambio. En la provincia de Santiago no hay más fuerza que la del 2, del 4 y cazadores a caballo; el primero de éstos, como he dicho a usted antes, es todo reclutas y con muy pocos oficiales: cualquier movimiento hacia la cordillera lo disuelve; el número 2 no tiene fuerza, y los cazadores apenas podrían dar un escuadrón. De suerte que no hay que contar con este arbitrio. Tan solamente podrían ir reclutas de este país, pero según eJ. corto tiempo que n_os da la cordillera y la lentitud genial de los te– nientes gobernadores, estimaré como triunfo el que pasen quinien– tos hombres; sin embargo, yo rogaré día y noche porque vayan cuantos más sea posible. Esta noche se reunirán los amigos para decidir qué cuerpos quedan del ejército de los Andes; yo me veo negro para dar mi opinión sobre este punto, porque veo que todos hacen falta y que a lo más deberá verificarse el plan que propuse en mi carta del 18. El convencimiento de que ésto se pierde desastrosamente si repasa nuesro ejército, es ya el sentimiento general de todos los que piensan. He visto la causa contra los españoles de San Luis: pensamos imprimirla para que nadie dude el origen verdadero de la matanza. Si Alvear y Carrera se han dirigido a la montonera, como es de presumir, no dudo que variarán de rumbo apenas sepan que nuestras tropas repasan los Andes y se dirigirán a este país por mar o por tierra. Calcule usted las consecuencias de la aparición de cualquie– ra de estos falsos profetas en un punto de Chile. Consiguiente a la renuncia de Pueyrredón, es de esperar se fi– jen en usted para sucederle y que se realice lo acordado con Alva– rez en Mendoza. Entonces podrá usted señalar a P. el camino que deba seguir para proporcionar auxilios, si es que se muda de reso– lución y se fija el proyecto de expedicionar parcialmente sobre las costas de Lima.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx