La expedición libertadora

438 (250) Valparaíso, 14 de junio de 1819. Señor don José de San Martm. Mi amadísimo amigo: La falta de carta de usted en este correo me ha obligado a buscar noticias suyas por otro conducto, y he sabido con el mayor sentimiento su indisposición; quiera el cielo que ésta lo halle com– pletamente restablecido. Todavía nos tiene usted macheteando en este puerto para que salga la escuadra; cuatro días de temporal suspendieron todos los trabajos. Son indecibles las dificultades que ha habido que vencer para preparar los buques; los marineros extranjeros habían cum· plido el tiempo de su enganche y ya no hay paciencia para sopor– tarles sus goyerías; en fin, parece que para principios de la sema– na que viene la escuadra dará a la vela. A esta fecha suponemos a Lord Cochrane delante del Callao, si los enemigos noticiosos de la retirada de la división de Blanco no han salido a buscar a Cochrane a Guayaquil, su situación es bastan· te espinosa, y sólo la fecundidad de sus recursos y la estupidez de los españoles pueden salvarlo. Si Blanco al retirarse del Callao hu· hiera avisado a Cochrane su movimiento nada habría que temer, pero no se hizo. Ya estará usted impuesto de la famosa presa que hizo el cor– sario Los Andes; mucho lo celebro porque los cuerpos realicen su papel. La única partida de montonera que queda en Quillota ha sido desecha, y a cada uno de los prisioneros se le ha encontrado una fer– vorosa oración, mediante la cual se creían libres de ser vencidos y de morir de muerte repentina. ¡Qué alma bendita tendría el fraile que repartió tales escudos! Deseo saber se haya usted aliviado y entretanto cuente con el cariño invariable de su amigo, Tomás Guido

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