La expedición libertadora

462 lo primero que hizo fué dar los informes más detestables contra mi, en términos que si no llega a tiempo el Coronel Loriga, sin duda me veo atropellado por el Coronel Sánchez. Este a los po– cos días conoció la falsedad de sus imputaciones y formó d': mi, sino un elevado concepto, por lo menos regular. A los pocos días sobrevino la retirada de Sánchez para los Angeles y nosotros la emprendimo~ desde Concepcié>:i el 12 de noviembre; aquella n(•· che estuve indispuesto de un dolor cólico, por cuya razón no pude concurrir con toda la eficacia que siempre, en el momento del toque de llamada m1;; retardé un poco, pero no tanto que hubiese hecho una gran falta, y a mi incorporación en el cuerpo, que aun estaban formando, empieza el Bobadilla a reprenderme del modo más grosero. En aquel momento me olvidé que lo pre· senciaban los soldados y le contesté con todo el tesón de un hombre de sentimientos de honor y delicadeza: me ofreció cas– tillos, supresión de empleo, etc., y yo estocadas cuando la oca· sión proporcionase oportunidad. En los críticos momentos de este debate se acercó a mi Balledor y me propuso si me parecía oportunidad la de aquellos momentos para verificar nuestra evasión del despotismo, y aunque se nos oponían muchos obs– táculos, al parecer insuperables. La sola satisfacción de haber recibido contestación del coronel don José de Zapiola a la que le escribimos desde Concepción, nos dió nuevo valor para empren– derlo antes del tiempo que teníamos premeditado. Esta serie de sucesos que ninguna influencia tuvieron en mi opinión, pues ésta estaba radicada sobre los principios de la buena moralidad y natural raciocinio, han sido dispuestos por la casualidad be– llamente en nuestro favor para este caso, pues me proporcionará los medios de conseguir una reconciliación con aquel gobierno y de la cual resultan inumerables beneficios a la humanidad. Los ~ervicios aparentes que deben preceder son los siguientes: !?-Proteger la fuga de cuatro o seis soldados de los prisione– ros y uno o dos oficiales, eligiendo de éstos aquellos más inmo· rales y que por sus conductas en igual de radicar las ideas de su misma opinión no consigan otra cosa que destruirlas a éstos anticipadamente deben disponerlos en mi favor para que pue– dan instruir al virrey y predisponerlo en el mío; 2?-Se me debe dejar hablar abiertamente con algunas fami· lias de la opinión contraria, pues este recurso podría propor· donarme informes y recomendaciones sobre mi variada opinión y darnos luz para guardarnos y proceder contra ellas cuando llegase el tiempo;

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