La expedición libertadora

74 solidará la emancipación de la América bajo el sistema á que in– duzcan ulteriores acontecimientos. Voy á la demostración. Es fuera de duda que la primera irrupción sobre Chile en el año 1811 se intentó por el general Gainza con poco más de seis– cientos hombres, la mayor parte chilotes, que sucesivamente se anmentó la fuerza con los naturales de Concepción, y que se con– cluyó la conquista con el movimiento de los dos mil ochocientos hombres entre los cuales existía sólo el segundo batallón del re· gimiento de Talavera. En el período de toda la campaña sólo in· tervinieron pequeñas acciones con ejércitos indisciplinados ó por mejor decir reuniones de hombres sin concierto en que el enemi· go no tuvo ocasión de aguerrir sus tropas; de consiguiente la ba– se del ejército que hoy oprime á Chile se compone en más de dos tercios de tropas bizoñas formadas en aquel territorio: así que las dos compañías auxiliares de estas provincias al mando del co· ronel mayor don Marcos Balcarce pasearon á su salvo el reíno en el año 1813, y escarmentaron en diversos encuentros á cuadri· plicado número de enemigos. La sucesión de los generales Osorio y Marcó aunque han reemplazado el ejército hasta Ja suma de tres mil quinientos horn· bres no han podido darle un poder moral que es el alma de las operaciones militares. Los oficiales no son formados en Ja escue– la de la guerra y los soldados han sido arrancados de sus hogares para servir á un amo que han visto vilipendiado en todos los án· gulos de su patria. El nombre del rey no puede ser en Chile un ídolo que inspire terror y humillación cuando la voz dulce de la li– bertad ha penetrado hasta el seno de Ja cabaña más oculta, cuando en el paréntesis de cuatro años procuraron los gobiernos revolu– cionarios infundir odio y execración á la tiranía. Pero suponiendo que las costumbres y habitudes antiguas prevalecieran en el corazón del pueblo chileno, el hombre mate– rial se resiente por los agravios materiales. El nuevo sistema de contribución adoptado por el general Marcó comprende á todas las clases del Estado, el artesano, el jornalero, el pastor y el me· nestral se ven estrechados á disminuir el' alimento de sus hijos para pagar un tributo que no reconocieron antes; las tropelías, los insultos y las prisiones son inherentes á la ejecución del co– bro de impuestos violentos é irregulares. El abominable orden feudal vuelve á renacer y la parte del pueblo distinguida con el título de plebeyos ve desaparecer de golpe los derechos que prin– cipió á gozar durante Ja regeneración. La ruina de las familias americanas y la aniquilación de la fortuna sostenidas antes por el intercambio de estas provincias, la sorda sugestión de los pa-

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