La expedición libertadora

76 Entretanto deben librarse órdenes ejecutivas al general del Perú para que reconcentrando y aumentando el ejército á todo esfuerzo se sitúe á la defensiva formando reductos, atrinchera– mientos, co::taduras y cuantas prevenciones sugiera el arte de la guerra para asegurar una posición impenetrable y conservar so– lamente el Bajo Perú; que sin embargo anime á los pueblos in· teriores á la continuación de las hostilidades; que les facilite ar· mas y oficiales si fuera necesario; que procure dar impulso á la organización de las milicias de Salta y Tucumán, y que no avance un paso hasta que reciba órdenes del gobierno; que si improvisa– damente cargase el enemigo con tal ímpetu que le obligue á aban– donar la línea se repliegue á Tucumán con el ejército unido, con– tinuando p0r medio de los provincianos la ventajosa guerra de recursos que promete la localidad; que en la última provincia se fortifique nuevamente en el supuesto de no presentar nunca una oatalla decisiva á menos que circunstancias irresistibles le estre– chen á sostenerla. Con estas medidas puede moverse en Mendoza á principio de diciembre un ejército de cuatro mil hombres entre ellos seiscien– t0s de caballería para abrir la campaña sobre Chile dejando guar– dada aquella provincia por los cuerpos organizados de milicias y las baterías situadas en la avenida de los Patos, Uspallata y Por– tillo. El camino militar del ejército, el dinero para su comisaría, el número y calidad de los jefes de división y el armamento de repuesto puede calcularse con más exactitud por el plan ofensivo y defensivo que debe solicitarse inmediatamente del general que haya de ejecutarlo. En mi opinión bastan dos jefes para la infan– tería, un mayor general y un jefe de caballería, y para la caja del ejército sesenta mil pesos cuya mitad ofreció el mismo gobernador en el citado febrero recolectar de Jos vecinos de aquella provincia para no exasperar al vecindario con exacciones violentas al princi· pío de la campaña. Como probablemente los comerciantes europeos procurarán salvar sus propiedades si amenazasen las armas de la patria, es indispensable asegurar la mar para obrar en combinación con las fuerzas de tierra y evitar la emigración de los españoles con sus tesoros. Al efecto se habilitarían cuatro buques mayores de cuenta del Estado dispuestos á dar á la vela el primero de septiem– bre con el repuesto de mil fusiles á su bordo, municiones corres· pondientes y órdenes de cruzar sobre el puerto de Coquimbo que debe sorprenderse por tierra- en el primer ensayo de las tropas para abrirse la comunicación. Esta operación no es difícil así por las noticias que tiene el gobierno sobre el plan de defensa á que

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