La expedición libertadora

77 se dispone Marcó, como porque los principales hacendados de su distrito se han ofrecido facilitar la sorpresa, y por lo que hace á la equipación de los buques todo sacrificio es menor que su impor– tancia. Para multiplicar las fuerzas marítimas debe proponerse opor– tunamente al comercio de esta capital Ja habilitación de corsa– rios particulares bajo privilegios lisonjeros dejando libres de todo derecho las presas que hicieran en el mar Pacífico, renunciande– el gobierno toda parte que le cupiere por les reglamentos de corso y ofreciendo un premio a l que hostilice con suceso a alguno de los buques de guerra de los enemigos; de este modo parece presumi– ble se aumentase la escuadrilla sobre la costa occidental quedan– do así cortada por agua la comunicación de Chile con el virreina– to de Lima. Desde luego que se resolviere la expedición deben remitirse emisarios secretos á las provincias de Santiago y Concepción de Chile sostenidos con liberalidad, á fin de introducir cartas á los sujetos de crédito, esparcir proclamas á los naturales y las tropas del rey, sembrar especies seductivas, avisar la cspenmza de los patriotas, propagar motivos que fomenten la realidad y descon– fianza recíproca entre los jefes enemigos, abrigar la deserción y formar un partido que contando con el patrocinio de la fuerza invasora comience á minar y preparar recursos para las tropas de la patria. Adoptadas con celeridad y firmeza las providencias que dejo indicadas, creo evidente que el ejército destinado á la restaura– ción de Chile contará antes de dos meses de su ingreso á aquél país hasta el número de seis mil hombres; y en cinco meses de operaciones mientras las cordilleras permanecen abiertas sobra tiempo para conmover toda la tierra y reducir al enemigo al re– cinto que elija para defenderse, inclinándose entonces la certeza moral de la victoria en favor de Jos libertadores. Si por las vicisitudes de la guerra ocurriese un contraste des– pués de cerradas las cordilleras (que debe prevenirse dando Ja ac– ción general cuando más en marzo del año siguiente) debe el l:'jército replegarse entonces ó á la provincia de Coquimbo guar– dando la comunicación con los buques ó á Ja de Concepción bajo el mismo orden fomentando siempre la guerra de montonera. En un país quebrado con desfiladeros impracticables, abundancia de víveres, y con el repuesto de los mil fusiles y sus respectivas mu– niciones que supongo en Jos buques, puede muy bien hacerse in– rerminable Ja guerra auxiliada de los naturales.

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