La Marina, 1780-1822

LA MARINA 119 pendencia lata que conducía para España, la que según sabe ca– minó oportunamente custodiada de un oficial y escolta a la ca– pital de Truxillo. Que es quanto tiene que decir en el particular y la verdad so cargo del juramento fecho en el que se ratificó y afirmó siendo leída esta su declaración. Que es de edad de vein– te y tres años poco mas o menos, y la firmó conmigo (fol. 97) y testigo en este papel común por no haberlo habilitado por cuenta de la Patria, con los que actúo. FRANC~ FRIAS ADRIANZEN JOSE Ma. DELGADO MIGUEL XIRON JOSE MANL. GARCIA DECLARACION DE ANDRES CARCAMO Y luego para la misma Información en obsequio del Auto que corre por cabeza, compareció don Andrés Cárcamo, el mismo que hacía de Guardián en el Paylebot Correo El Sacramento, apre· sado hoy por su Contramaestre don Victoriano Cárcamo a nom– bre de la Patria y en unión de sus oficiales que con buena dispo– sición se dispusieron a la empresa; de quien yo don Francisco de Frías y Adrianzén le recibí juramento, que lo hizo según derecho por Dios y esta señal de + bajo del qual prometió exponer de verdad quanto supiere y sea preguntado: y siéndolo al tenor del expresado Auto dijo: Que luego que supieron con evidencia que el puerto y provincia se hallaba por la Patria se dispusieron con el mayor empeño a hacer sus cálculos y el cómo podrían apresar el referido buque y presentarlo al Estado Patriótico; mas encon– trando con el Contramaestre don Victoriano Cárcamo toda la ap– titud y buena disposición para este asunto fué el principal su au– tor de esta obra poniéndola en práctica a las inmediaciones del Mal Paso y habiéndose efectuado del modo que lo proyectaron sin que hubiese habido la mas leve oposición de parte de los oficiales y tripulación del buque, tomaron el partido (fol. 97v) de virar por de avante y venirse al puerto tocando en él como a las ocho o más de la noche determinó el Contramaestre don Victoria– no poner un parte que en la lancha del buque lo condujese a esta Comandancia el que declara con don José María Delgado, preve– nidos de que desembarcasen por el lado de Cabo Blanquillo, a sotavento del puerto, para no causar alboroto y tal vez con la fuerza que se juzgaba había en el puerto le rompiesen fuego de tierra, y de contado se presentasen a mí como que ya sabía hacía

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