La Marina, 1780-1822

LA MARINA 301 dejar de cumplir lo que había prometido al General respecto de la recompensa debida a los marineros; dice por último: "Véase en qué estado ha puesto el Senado a la hermosa y fertil provincia de Chile; ¿puede allí restablecerse la confianza perdida? Su noto– ria falta de buena fé, ¿no les ha privado a pesar de sus ricas mi– nas, de sus tierras públicas y confiscadas, de los medios que hasta el Gobierno poseía, y del crédito necesario para proporcionarle un peso en los países extranjeros y en el suyo propio?" LOS HABERES DEL PERSONAL DE LA ESCUADRA. La injusticia de las reclamaciones de Lord Cochrane sobre el Gobierno del Perú está demasiado manifestada por la contesta– ción que con fecha 9 de agosto le dirigió el Excmo. Sr. Protector en que después de discutir varias observaciones de la carta, le dice: "Resta examinar la naturaleza y límites de mis compromisos respecto de la Escuadra para fundar mis obligaciones. Yo he ofre– cido a la tripulación de la marina de Chile un año de sueldo y de gratificación, y me ocupo en el día de reunir los medios para satis– facerlo: reconozco también por deuda la gratificación de 50,000 pesos que U. ofreció a los marineros que apresaron la fragata Esmeralda, y no solamente estoy dispuesto a cubrir este crédito. sino a recompensar como es debido a los b ravos marinos que me han ayudado a libertar el país pero que debe conocer mi Lord que los sueldos de la tripulación no están en igual caso, y que no habiendo yo respondido jamás de pagarlos, no existe de mi parte obligación alguna. Esta deuda pertenece al Gobierno de Chile, de cuya orden se enganchó la tripulación; en la comisaría de aquel Estado deben existir los cargos de oficiales y marineros, y en el respectivo Ministerio el rol y sus alcances, y aunque supongo justo que en las escaseces del Erario de Chile se les indemnicen de algún modo sus gastos expedicionarios, esta será para mí una agradable atención, pero de ningún modo reconoceré el derecho de reclamarme los sueldos vencidos; si yo pudiera alguna vez olvi– dar los servicios de la Escuadra, y los sacrificios de Chile para sostenerlas, develaría un principio de falta de gratitud, la que ni como una virtud pública o privada está excluida de mi moral. Tan injusto es prodigar premios como negarlos a quíen los merece; me ocupo del modo de realizarlos con respecto a la Escuadra v de proponer al Supremo Gobierno de Chile pensamientos que con– cilien todos los intereses". No satisfecho con esto, S.E. ordenó al señor Ministro de Marina que reprodujese oficialmente lo que el

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