La Marina, 1780-1822

308 CAP. DE NAVIO JULIO J . ELIAS manifestar en qué términos reconvino al señor Ministro de Marina en la expresada nota. Añada U.S.; dice: "Que era imposible pagar las tripulaciones" ¿Y cómo es que ahora (este hecho es indispen– sable) pueden estar pagados del mismo dinero que estaba sin em– pleo a disposición del gobierno? De modo que según la moral de Lord Cochrane se podía echar mano de cualesquiera fondos, por sagrados que fuesen, para satisfacer los caprichos de él que se complacía en guiar una tempestad, sólo porque se hallaba bajo la protección y buena fé del Supremo Gobierno del Perú. ¿y será posible que el autor de semejante insinuación diga en esta misma nota como lo dice que "la promesa de la más alta fortuna no sería capaz de separarle de la senda del honor", ¿de ese honor asumo– do, cuyas leyes no ha dejado de seguir constantemente en su país y fuera de él?, de ese honor a su modo, que sólo le había hecho pagar a las tripulaciones hasta la fecha de sus últimas comunica– ciones 131,618. 71? pesos. SE APODERA DE UN BUQUE. Su inobediencia a las órdenes de su inmediato Jefe se mani– festó P.n esta ocasión como en otras anteriores. En nota 5 de octu– bre dice: "Que mandaría a Chile los buques que pudiese y el resto a Guayaquil, donde se tripularían para seguir su anterior destino". Hemos dicho que en otras ocasiones había desobedecido los man– datos de su Jefe, y creemos de nuestro deber detallarlo todo a U.S. para evitar cualquiera género de duda. Habiendo entrado en el Callao y fondeado en Bocanegra el pailebot Mercedes, cuyo capi– tán lo entregó con todos sus papeles al Gobh:irno dP.l Perú se le ordenó por éste con fecha 16 de Agosto que lo respetase, en virtud de que la traslación de dominio hecha era un acto legal que daba desde aquel entonces una posesión formal; más él envió luego 17 hombres en un bote a tomar posesión del buque; :::e negó a desti· narlo a Ancón y entregarle como propiedad del Estado, y aunque se le reiteró la orden no hizo de ella caso alguno. En 17 del mismo mes se le previno que entregase al comandante de trasportes las especies conducidas por la fragata Laura, remitida por el Gobierno de Chile, y cuyo cargamento de jarcia y otros renglones estaba costeado en gran parte por el apoderado del ejército y que desig– nase lo que había tomado. Contestó que "todo se había trasbor– dado a la Escuadra, y que si hubo algún botiquín se perdió en el navío San Martín", en este buque que tan solo naufragó por su ansia de vender las harinas que él tenía, que estaban ya contrata·

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