Fénix 32-33, 142-149

CARTAS DEL PKESIDEN'í'E GARCIA CALDEKON El nuevo emisario norteamericano en Chile, Cornelius A. Logan, llegó a Santiago en Setiembre de 1882 llevando instrucciones de Frelinghuysen. En esta ocasión, los Estados Unidos estaban en favor de la cesión peruana de Tarapacá y del arbi- traje de la cuestión de Tacna y Anca. Logan se alojó en el mismo hotel santiaguino donde el presidente cautivo pasaba su residencia obligatoria y mantuvo conversa- ciones con él. Los consejos de Logan, por supuesto,desanimaron a García Calderón quien, dadas las circunstancias adversas, llegó a considerar la pérdida de Tarapacá como inevitable, aunque todavía rechazaba la idea de ceder Tacna y Arica a los chi- lenos. Cuando Logan Ilegó a Chile, Garcia Calderón ya había soportado casi un año en su exilio hostil. A pesar de su cautiverio, García Calderón convino en continuar sus negociaciories con el gobierno chileno. Sin embargo, los chilenos le decían que enta- blarían negociaciones con otros líderes peruanos en caso de que García Calderón no aceptara sus demandas. El vice-presidente de García Calderón, el contralmirante Lizardo Montero, asumió el mando e hizo planes en Arequipa para convocar un coligreso -el cual se reunión en 1883- , mientras que un grupode patriotas seguía su 1ucl;a en contra de Chile bajo el general Andiés A . Cáceres en el centro del país. En el norte del Perú el co;onel Miguel Iglesias, estando convencido de la inutilidad de la continua resistencia peruana, había ya declarado su intención de llegar a tina pronta paz con Chile para así terminar la ocupación chilena. También, García Calderón temía que Chile llegara a una paz i on su enemigo político, el caudillo Nicolás de Pié- rola. Finalmente fue Iglesias y no García Calderón quien en 1883 firmó el Tratado de Ancón que puso término a la guerra con la cesión de Tarapaca y la ocupación chilena de Tacna y Anca. Después de la llegada de Logan a Santiago, Carcia Calderón renovó sus conversa- ciones con los chilenos en setiembre y octubre de 1882. Desilusionado por el cambio brusco en la política estadounidense y los consejos del nuevo ministro nor- teamericano, y desanimado también por los muchos meses de prisión en Chile y por la falta de poder, le fue muy difícil considerar el camino que debía seguir para pro- seguir negociaciones con los chilenos. Había en la ciudad chilena de Angol, veinte otros prisioneros peruanos, y García Calderón los consultó sobre las negociaciones. Durante estas semanas dificilísimas para él y para las esperanzas peruanas, escribió ocho cartas que claramente demuestran su perplejidad frente a tantos problemas abrumadores. Leer esta correspondencia es darse cuenta que su situación no fue nada menos que trágica. Debido a la delicadeza de su situación, sólo dos de las ochas car- tas fueron firmadas y una sola lleva el nombre de su destinatario, Federico Elmore en Washington. En cada carta García Calderón relata el estado de las negociaciones al mismo tiempo que nos da una visión clara de su falta de esperanza. Más que se- ñalar los problemas y las angustias de su autor, estas epístolas demuestran las con- vicciones de García Calderón, su coraje y su moral cívica. Las cartas se hallan en una colección llamada "Correspondencia sobre operaciones milltares y políticas de la guerra del Pacífico", D. 39?4, en la Dirección de Investigaciones Bibliográficas de la Biblioteca Nacional del Perú. Aquí se publican cinco de las cartas más interesantes de García Calderón en esta co- lección. Estas fueron destinadas a varios amigos políticos. Todas estas cartas están Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.32-33, 1987

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