Fénix 32-33, 142-149

144 FENIX quemadas en el margen y por eso añadimos entre corchetes el texto probable de las porciones desaparecidas. Salvo esta correspondencia privada de García Calderón, desgraciadamente son pocos los manuscritos del período de su cautiverio chileno que el investigador pue- de consultar, Por eso, el historiador tiene que confiar en dos libros escritos por García Calderón sobre la historia de su actuación eri Chile. Para defender sus nego- ciaciones en 1881 y 1882, escribió su Medifición d e los Estados Unidos d e Nor- te Américn en la guerra del Pacljrico: El señor doctor don Cornelius A . Logan y el Dr. D. Francisco Cdderón. (Buenos Aires, 1884). Muchos años después, se publicaron las Memorias del cautiverio (Lima, 1949) que García Calderón escribió sobre su estadía forzada en Chile. A pesar del innegable valor de estos dos volúme- nes, ellos no pueden ofrecer al lector el mismo aprecio de los sentimientos persona- les del autor ni de las angustiasdel momento que las cartas siguientes nos proporcio- nan. Cinco cartasde FranciscoGarcía Calderón Santiago a 25 de [Setiembre de 18821 Querido amigo: No he escrito a U. a pesar de mi vehemente deseo de hacerlo, por [que las] discu- siones al principia han tenido el carácter de estrictamente reservado [ do. El] estra- vio de mi carta podía dar lugar a acusaciones pejudiciales. Hoy esa situación ha cambiado. M. Logan ha hablado á muchas pers[onas] del asun- to en cuestión; y hecho púbiico de ese modo,yo tengo el derecho de hablar. Las condiciones que Chile me ha propuesto son: la tomar Tarapacá, como [inldem- nizacihii de guerra, pagando los certificados salitreros. 2a tomar Arica y Tacna, pa- gando al Perú el precio que se fije.- 3a tomar el guano del Sur, y dejanldo] al Per-i\ en el Norte, dando ambos Gobnos el 50% a los acreedores extrangeros. Al oir esta propuesta dije que no la rechazaba, ni la admitía; pero que no conocien- do la opinión del Perú, por la incomunicación con que estaba, se me diera tie[m]po y facilidades para dirijirme a mis amigos. Discutí entonces con ellos unos apuntes que lleve' preparados al intento; y conocida la opinión de todos regresamos. Sin duda M. Logan dijo entonces que todo estaba arreglado, y de allí n[a] ció la voz de que la paz estaba hecha7 i Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.32-33, 1987

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