Fénix 32-33, 96-112

FENIX pos del Cuzco. Acerca de esto, el biógrafo afirma que "Todos los obispos que le co- nocieron siempre le honraron mucho. A los señores Doctor D. Iuan Alonso Ocón, Doctor D. Pedro de Ortega, Doctor D. Bernardo de Izaguirre, Doctor D. Manuel de Mollinedo, todo se les iba en ponderaciones al admirar su talento" (Espinosa Medrano 1695 f.[ X]). También Cortés de La Cruz refiere el episodio de la visita del Virrey Conde de Lemos al Cuzco y el renombre europeo del Lunarejos. No dejan tampoco de tener importancia las noticias acerca de los textos escritos que dejó inéditos Espinosa. Al respecto el biógrafo dice: "No lo pun& jamás la ambición de imprimir, aunque si por acá huviera tantas typogra- fías como en la Europa, siempre solicitáramos que todos gozassen más ampliamente los teso- ros de su ingenio. Pero por quanto con el auxilio del Cielo, mientras se previenen para la estampa todos los demás Sermones y escritos suyos, ora Theológicos de Escolástico y moral, ora de Erudición. Sagrada y profana, con sus Comedias, versos y todos los demás que se pu- dieren recoger; justo es que apuntemos algo del artificio y de! ingiiio grande con que fabri- cava sus Sermones" (Loc. cit.). En la parte final de la semblanza biográf~a,Fray Agustín Cortés menciona la devoción que tuvo Espinosa Medrano hacia la Virgen y cómo, al final de su vida, dispuso la fundación de cuatro capellanías en favor de su culto. En general el tono en que está escrita la semblanza es de elogio, pero por momentos el autor lo deja de lado para asumir de manera directa la defensa de Espinosa Mtdrano ante los ataques de sus detractores 9 . Si bien el texto de Cortés de La Cruz es bteresante por los diversos datos que contiene -como lo indicamos anteriormen- te-, creemos que lo es, además, porque constituye el testimonio de alguién que tra- tó muy de cerca al Lunarejo' O . :2 n~edfados del siglo XVIII otro escritor cuzqueño, el deán Diego de Esquive1y Na- via, se ocupó de la vida de Espinosa en sus Noticias Cronológicas de la gran ciudad del Cuzco. Las fuentes consultadas por él para documentarse sobre el Lunarejo "Pero para que refiero agenos elogios, quando sus propios escritos están confesando lo que son, y cuyos fueron. Dígalo el aplausr, que tuvo en Madrid su Apologético por Góngo- m. No lo calle la celebridad que mereció en Roma su Philosophia Thomístico, con ser que esto fue un dedo de aquél gigante" (Espinosa Medrano 1695: f. [x]). Hemos registrado la presencia del Apologétíco en inventarios de bibliotecas coloniales del siglo XVlIl. El Dr. Ignacio de Castro y el Dr. Jorge de Alvarado, prebendado de la Catedral de Lima, poseyeron sendos ejemplares (Archivo General de la Nación. Protocolo del escribano Santiago Martel. Años 1770-72, f. 570v-5741; Villanueva Urteaga [1974]). "Pero quien dixera, que a un hombre tan eminente, a un tan grande Theólogo como aquel huvieise quienes lo quisiessen apocar después de su muerte, de tal manera que se dexa- ron dezir: Que no era tanto lo que supo, y que aún en la Theologíafue ignorante. siendo assi que en ninguna cosa gastó su vida y su ingenio, por ser de su genio aquella profesión, como él dezía. Si bien no fuera hombre grande, a no tener émulos que acometiesen a deslustrarle, o embidiosoq o incrédulos de su fama. No se espanten de esto (dize Plinio el Menor) que no les pro~ede sse daño a los emditos de otra causa que de tener mucho de modestos, o poco entrometidos. [. . . ] Pero digan lo que dixeren, que obscurecerle a este Doctor las gracias y sabiduría que le concedió el Cielo, y adelantó con su talento, es querer maldecir al Sol; pretender negar lo que todo el mundo aplaude, es acreditarse de bárbaros " (Espinosa Medrano 1695: f. [X] ) . Prueba de que Cortés de La Cruz gozó de especial consideración por parte de su maestro es el hecho de que éste lo nombró albacea y tenedor de sus bienes (Guibovich 1982-83). Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.32-33, 1987

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