Fénix 48, 29-45

32 F énix . R evista de la B iblioteca N acional del P erú , N.48, 2020 tivo 6 , y al religioso Manuel González de la Rosa, ilustrado de gran fama forjada en bibliotecas europeas, quien traía ideas novedosas para el ordenamiento de la Biblioteca Nacional. No pasó mucho tiempo antes de que surgieran discrepancias entre ambos eruditos y se hiciera imposible lograr un acuerdo sobre la forma en que sería elaborado el catálogo (Riviale, 1997). Las tareas que habían iniciado en enero de 1879 se vieron interrumpidas al cabo de unos pocos meses. José Toribio Polo renunció a la labor en junio de 1879. Según González de la Rosa, José Toribio Polo no había avanzado mucho, pues solo había catalogado cinco de los ciento veintiún estantes que debía registrar, esto por dedicarse más a revisar la sección de periódicos (1880). Sea como fuere, desde ese momento González de la Rosa quedó solo con el trabajo, llegando a revisar, según testimonio propio, las salas uno y dos de las cinco que tenía la biblioteca. Para 1879, en tiempos de la guerra, González de la Rosa había elaborado unas 20 000 fichas, pero la labor no daba más. Ese año se puso fin a su contrato, asegurándose que el coronel Odriozola asumiría la realización del catálogo. Sabemos por el propio González de la Rosa, en su artículo de la Revista Peruana, que la biblioteca contaba para 1879 con 40 000 libros en sus tres primeros salones, y que, aunque no había podido revisarlos, el erudito calculaba que el cuarto y el quinto salón no contenían sino unos diez mil libros «muy maltratados y truncos» (1880, p. 129). Es necesario detenernos a revisar la propuesta de González de la Rosa, pues si bien el religioso se alejaba del texto del Reglamento de 1878, se le puede considerar el verdadero precursor en la catalogación moderna y sistematizada en el Perú. Su sistema establecía una estructura de fichas ajustadas a la organización de la biblio- teca. Al respecto escribía: «Los libros se catalogarán en el orden que hoy tienen en los estantes, reservándose hacer las clasificaciones por materias, mediante las papeletas, cuando se impriman los catálogos» (1880). Además, comentaba que ese método era el seguido en todas las bibliotecas europeas, el aconsejado y practicado por los biblió- grafos y libreros más afamados y el que la experiencia ha aconsejado después de mil ensayos como el más cómodo y fácil sobre todo para catalogar grandes bibliotecas. Al aseverar esto hablo con pleno conocimiento de causa, fundado en ocho años de 6 Esto se hace evidente en el detallado estudio sobre su vida y producción historiográfica que realizó Joseph Dager (2000). Asimismo, en la carta redactada por Ricardo Palma el 12 de agosto de 1884, donde manifiesta al ministro de Justicia e Instrucción los reclamos de Polo por las demoras en los pagos de sueldos, sostenía que, aunque lo reprendió, «apareció en un periódico siempre hostil a la Biblioteca y al Bibliotecario, un suelto en el que se daba a entender que mientras los empleados subalternos carecían de sus haberes, el Director estaba satisfecho». Asegura Palma en la nota que el informante del periódico, nombrado como «un empleado de la Biblioteca», no era otro que Polo. Dos días después de remitida la misiva, Polo fue destituido del cargo de subdirector (Correspondencia oficial de la Biblioteca Nacional 1883-1884. Código D 4679). Aportes para la historia de la catalogación en la Biblioteca Nacional del Perú

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